Pero, ¿qué quieren
los altos mandos de la Concacaf con este nuevo formato?. Lo principal es que los países más fuertes no
“pierdan su tiempo” entrando en rondas previas. En ese punto se sabe que dentro
de la confederación algunos ven a otros con desdén, y muchas veces menosprecian
los torneos que se hacen en la misma. Por
otro lado se quiere que los equipos débiles jueguen más partidos de
clasificación ya que en los formatos pasados una buena parte solo jugaba dos
para luego despedirse, mientras que ahora al menos 4 tendrán que jugarse antes
de salir del proceso clasificatorio.
Pero la mayoría de
los fanáticos de la región han visto en esta nueva forma de clasificar una
descarada segregación, donde 29 selecciones se pelean por una cuarta parte de
un boleto para el próximo Mundial. Es la mayor cantidad de selecciones
agrupadas que peleará por menos en el mundo, ya que por ejemplo en Oceanía hay
solo 11 selecciones disputando medio
boleto. Mientras por otra parte la Concacaf colocará a sus 6 equipos mejores
rankeados en el mismo grupo donde se pelean todos los boletos directos para el
Mundial de Fútbol 2022, algo que a ninguna otra confederación hace o tiene en
planes hacer. Y si se argumenta de que México, Estados Unidos y Costa Rica
siempre están en el Hexagonal desde 1998 y ahora esta medida no hará
diferencia, esperaré sentado a que en Asia hagan lo mismo con Japón y Corea del
Sur que han sido fijos en todos los mundiales de 32 equipos.
Hablando de otros
continentes, veamos los formatos que se usaron en África y Asia en el camino al
Mundial Rusia 2018. Para clasificar a ese mundial en Asia hubo tres rondas, la
primera (fase de eliminación directa) que fue evitada por sus 34 mejores
equipos, la segunda (fase de grupos), y luego una tercera que también fue entre
grupos. Por su lado África también tuvo tres rondas, una primera de eliminación
directa entre los 26 equipos más débiles, una segunda que fue una fase de
grupos entre los restantes 28 equipos, y los ganadores de la ronda previa, y
una ronda final de grupos. Ambas confederaciones tienen planeado mantener estos
formatos para las próximas eliminatorias, mientras la Concacaf decidió cambiarlo por
uno “más emocionante”.
Algo interesante es
como quieren vender como una novedad la relevancia del ranking FIFA. Al menos
desde 1998 siempre lo ha sido, ya que ayuda a determinar en qué ronda entran
los equipos, haciendo que los mejores siempre eviten una o dos rondas previas.
Lo único nuevo es que en esta ocasión la
Concacaf le está dando un peso y un valor sin precedentes.
Por otra parte usar
este ranking para tomar decisiones tan drásticas tiene sus escollos, pues 6 de
41 selecciones de la Concacaf no están afiliadas a dicho organismo mundial
(Bonaire, Guadalupe, Martinica, Guyana Francesa, Saint Martin, y Sint Maarten),
y por ende quienes enfrenten a estas
selecciones no recibirán ni perderán puntos. El ejemplo más crítico es Honduras
que en la próxima Liga de Naciones tiene que enfrentar a Martinica dos veces, y
está en la posición 5 de la Concacaf en el ranking FIFA. Los catrachos no
podrán sumar puntos en 2 de sus 4 enfrentamientos de ese torneo, mientras que
quienes le siguen en la tabla sí. Lo mismo pasará con quienes enfrenten a las
demás selecciones del listado, y sí, es cierto que antes esto pasaba, pero
antes esos puntos no creaban un abismo tan grande entre un sexto y un séptimo
lugar.

Para ver esto más
de cerca compararemos las alteraciones en el ranking de 4 fechas FIFA previas a
la implementación del cambio (septiembre, octubre y noviembre del 2017, y marzo
del 2018), y otras 4 fechas FIFA después (septiembre octubre y noviembre 2018,
y marzo 2019). Usaremos algo que llamaremos el factor de movilidad que es el
promedio de posiciones que se movieron los equipos en el ranking después de
jugada esa fecha FIFA. Como pueden observar en el gráfico el factor de
movilidad es una fracción de lo que era antes.
Esta baja movilidad
es porque ahora se dan o se quitan muchos menos puntos que antes. Podemos ver
algunos ejemplos usando los rankings actuales y los próximos partidos de Liga
de Naciones. Si Panamá venciese a Bermuda solo ganaría 3 puntos, lo mismo que
sumarían Canadá de ganar a Cuba o El Salvador de vencer a República
Dominicana, Curazao ganaría 6 de vencer
a Haití, los mismos que Honduras sin hace lo propio con Trinidad y Tobago. Es preciso
señalar que ninguno de los equipos mencionados se movería de posición con
respecto a sus pares de Concacaf ganando esos puntos. Avanzar posiciones con el
nuevo sistema es mucho más difícil que antes, cuando hace unos años fuimos
testigos de grandes escaladas de pequeñas selecciones como las protagonizadas
por San Cristóbal y Nieves, Antigua y Barbuda, y Curazao.
A pesar de la
molestia generalizada en el público ningún dirigente ha protestado ante este
anuncio de la Concacaf. Al parecer hubo bastante consenso en la toma de esta
decisión y los presidentes se dejaron llenar los ojos por otras promesas. Tal
vez algunos piensan que para 2026 habrá una expansión del Mundial a 48 países,
y como tres de la región estarán como sede de esa edición, los cupos para ese
privilegiado "Hexagonal Final" serán bastante accesibles para aquellos “no tan
grandes”. Pero viendo más allá de la curva, ¿se sostendrá este formato después
de la ampliación a 48 selecciones en 2026?, lo dudo bastante.
Al final del día
todo esto es reflejo de lo que en verdad es la Concacaf, la confederación más desigual del mundo, donde hay 10 equipos
entre los primeros 100 puestos, pero también 5 luego del puesto 204, donde 3
están entre los primeros 50, pero 20 están más allá del 150. Esta desigualdad
se profundizó debido a la corrupción que campeó a diestra y siniestra en la
región por décadas, que más que llevarse dinero se llevó el fútbol de muchos
países. Pero dividir la confederación entre selecciones de primera que pelearán
por todo, y selecciones de segunda que pelean por muy poco, no solo no hace mucho
por mejorar este sino que hasta cierto modo institucionaliza la desigualdad.
Pero como todos los presidentes de asociaciones parecen estar deacuerdo, habrá
que resignarse y aunque el tabaco sea fuerte, habrá que fumárselo.
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