Sólo por 10 min el equipo tricolor estuvo clasificado a Copa Oro.
Desde Baní hasta Moca, y de Mao hasta Santo Domingo, los fanáticos del fútbol dominicano llegaron al Estadio Cibao FC para apoyar a la selección dominicana en el partido más importante de la historia. Una victoria sobre Bermuda enviaba a República Dominicana a jugar por primera vez la Copa Oro, era el momento ideal e inclusive algunos resultados de la jornada favorecían a las aspiraciones dominicanas. Pero los sueños, sueños son, y al despertarnos la realidad no era lo que se creía.
Los dirigidos por Kyle Lightbourne venían mentalizados a ganar el juego desde hace 5 meses cuando batieron a El Salvador de forma heroica 1-0 (aunque algunos lo llamaron “un accidente bajo lluvia”). El equipo de Bermuda duró 4 días en Miami preparándose para el partido antes de llegar a la ciudad de corazón , por otro lado el equipo dominicano no hizo ni siquiera un partido amistoso contra algún equipo de la LDF (todos están en pretemporada). Existía un peligroso aire de seguridad y menosprecio al rival en la selección, y como dijo Tales de Mileto, “en la confianza está el peligro”.
La alineación fue el primer síntoma de que algo no andaba bien. ¿Dónde estaban Jean Carlos López, y Richard Dabas?, ¿En verdad Erick Japa era el hombre para ser titular?, ¿Vinicio Espinal iba a poder responder en el mediocampo durante el partido a su edad? Las preguntas se fueron amontonando pero nadie le daba mente a eso porque todas las posibilidades estaban de nuestro lado, un golazo de Emmy Peña al minuto 3 desató la euforia en el público y puso a toda una nación a soñar.

Pero increíblemente Bermuda no se derrumbó mentalmente con ese gol tempranero, y riposto para el empate apenas doce minutos después con un contragolpe ejecutado por sus veloces delanteros, y ya con el partido empate el equipo dominicano empezó a desinflarse. Bermuda fue manejando a placer hasta que asestó el golpe mortal, Nahki Wells llegó solo al área desde la retaguardia en otro contragolpe y puso el 1-2 al equipo dominicano con un pase de Zeiko Lewis. Bermuda aprovechó algo que Cuba intentó pero que no pudo capitalizar, las espaldas de los laterales criollos (que son muy ofensivos) y los contragolpes. Por cierto el hecho de que el hombre más peligroso del equipo rival (Nahki Wells) fuese dejado solo es un error grave de su marcador. Luego de ese segundo error Capellino hizo dos cambios, pero ya era tarde para ablandar habichuelas.
El tercer gol hundió la moral del equipo local, otro contragolpe que fue apenas frenado cuando ya venían pisando la línea de fondo pero el equipo dominicano no pudo sacar el balón jugando y lanzó un balonazo que no pudieron controlar, y el rebote le cayó a Donawa quién estaba solo y fulminó a Lloyd a la distancia. Con el marcador 1-3 el partido entró en un periodo de un amargo trámite, donde un moribundo equipo dominicano veía el tiempo consumirse junto a sus sueños de la Copa Oro, que habían transmutado en una pesadilla.
Más allá de los tres goles, las verdaderas causas de la derrota pueden ser buscadas en cualquier tramo del partido. Si en noviembre Cuba enseñó los puntos débiles del equipo, en esta ocasión Bermuda desnudó la cruda realidad de la selección. Se pudieron ver desde los problemas para generar ofensiva en conjunto, y los errores de retroceso en la defensa, hasta la falta de intensidad en el mediocampo, y la mala toma de decisiones a nivel general. Hay jugadores que si pueden ser señalados, pero pesaron más las malas decisiones en todos los niveles (convocatoria, alineaciones, planteamiento de juego) de un DT mediocre, y de su inexplicable confirmación en el cargo aun cuando debieron apartarlo por razones conocidas. Como dije anteriormente en un artículo, los directivos dominicanos entraron en el “laberinto de Capellino”, y salieron muy mal parados del mismo pues ahora mismo son corresponsables de esta hecatombe.
Pero un nuevo capítulo se abre en la historia del fútbol dominicano, y con él debe iniciar un nuevo ciclo en la selección mayor. Este año a partir de septiembre la selección dominicana jugará seis partidos por la Liga B de la Liga de Naciones de la Concacaf. El nuevo proyecto debe iniciar cuanto antes y no dejar margen a la improvisación porque ya todos estamos hastiados de sueños. Es necesario que los directivos dejen de ser tan fanáticos y sean más analíticos, que sepan asimilar la crítica y no se dejen pintar pajaritos en el aire del primero que cruce. Se necesita un poco más de duda metódica y un trago de ese amargo escepticismo que muchos desdeñan para avanzar, y dejar de ser tan cándidos, "Pues no todo lo que brilla es oro, ni cualquier D.T te lleva a la Copa Oro".
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